Como cada tarde del verano estaban en la plaza las abuelas del pueblo jugando su partida de cartas. la brisca es lo tradicional en estas tierras. Las nietas jugaban a la goma exportando prácticas del colegio al verano. Cuando de repente se oyó el grito de una de las niñas: ¡¡Jope!! ¡Me he liado y ahora no puedo salir de aquí! Abuelaaaaaa—gritaba refunfuñando.
Todas las participantes de la partida se dieron la vuelta.
¿Qué pasa hija? —preguntó la abuela con voz paciente.
¡Mira! tengo un nudo en las piernas que casi me corta la circulación y no puedo salir de aquí. Voy a tener que cortar la goma— explicaba la niña cerca del llanto. El resto de las niñas observaban calladas.
Hija, aunque Yo me acerque no puedo saber cómo te has hecho el nudo, tienes que empezar a girar una pierna y luego la otra, moverte y ver por donde se empieza a soltar, con paciencia—explicaba la abuela. Lo primero muévete, gírate, sube la pierna y ve con cuál de todos esos movimientos te deja de cortar la circulación. Luego poco a poco tú vas a sentir y ver con qué movimiento se va estirando y deshaciendo el nudo. Lo más importante es empezar y saber que puedes salir de ahí, ¿por qué no? Pero poco a poco hija, poco a poco.
Y añadió la abuela: “Hace años vino por aquí una persona con un libro chino y nos leyó varios capítulos, uno de los que memoricé decía más o menos así: Un viaje de muchísimos kilómetros siempre comienza con un primer paso, el árbol que apenas puedes abrazar comenzó de una semilla y un edificio enorme de diez plantas empezó con un puñado de arena”
Aunque nuestro cuerpo tenga varias molestias hay que empezar a deshacer el nudo para poco a poco ir encontrando la solución, sentirse mejor